Lágrimas invisibles

De momentos de flaqueza y furia
atraganté lágrimas para hacer un arma 
que lucha y se ajusta
a momentos de tensión y dudas.
Superé el sentirme pequeña
con una fuerza mental bruta.
Situaciones que comprometen actitudes
donde sabes que la vida se mastica cruda.
Yo no quise nunca sentirme diminuta.
Una colección de acritudes
me mantuvo sierva de la dolencia y la culpa.
Y aunque sea la víctima, se siente que todo te juzga.
Hay cosas que están hechas para no ser olvidadas,
como esas que fueron marcadas
con pena en la piel,
aunque hoy sea agua pasada
y ya no importe el ayer.
El odio es en mi, un animal,
como el alcohol al alcohólico, una enfermedad.
Soy el comodín de la baraja 
que no tiene utilidad,
por mucho que yo pueda ofertar.
Como una lata sin destapar.
Soy fachada de un interior desigual.
A veces no reconozco el vocablo control,
pues hay una fiera sin domesticar 
cuando se rasga el dolor.
Hice palanca en un derramamiento de suspiros equivocados
e historias para no contar.
Sin querer aprendí a no saber llorar,
aunque cuando algo mucho abunda
los sentimientos son río de un fuerte sabor a sal. 

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