Memorias de un ayer

Fuiste de mi vida todas las páginas.
Ahora eres de mis recaídas todas las lágrimas.
¿Recuerdas la primera vez que te susurré "te amo"?
Todo fue un sueño, hasta que sin avisar, una noche, despertamos.
En la transición de aceptar todo lo que estaba pasando,
intentamos en constancia ignorarnos.
Detrás de la desunión me reclamaste el adiós.
Yo sólo fingí, por orgullo, olvidarte, tú sencillamente al tiempo, lo lograste.
En medio de una lucha de amor y desamor,
sólo entiendo que el más débil no es el que más daño muestra sentir.
Y yo soy la más hábil en esconderme tras las caretas
para que parezca que soy fuerte, pero sólo soy apariencia.
Ojalá te hubiera carecido el orgullo, para admitir,
que por nada del mundo hubieras querido estar sin mí.
Pero te silenciaste, y peleamos por llevar la razón
en vez de por no perdernos.
Y así nos perdimos, sin dejar ni una opción, al menos.
Mi corazón murió en una guerra de dos.
Nuestros corazones no podían ser ya ni siquiera amigos.
No consentí ni consentiré con nadie lo que consentí contigo.
Quizá porque fue en ti donde ese sentimiento fue virgen y fue puro.
Y por más que quisiera regresarlo, es algo que se va desgastando y ya no domina uno.
He intentado descolgarme tu nombre de mis retales.
Esos pedazos de mí que ya no son y que dejaste entre mis vanidades.
Estás indeleble en mi pellejo;
etéreo, como una lágrima en la lluvia.
A veces, aún en mis ojos ardientes me diluvia.
Creí en varias ocasiones que conseguí desquitarme tu recuerdo de mi.
No sabía porqué me dolía aún aquél sentimiento muerto,
hasta que miré mi herida y vi que la cerré contigo dentro.
He creído superarte, dejarte atrás pero siempre vuelves.
Y es que cuando algo entró tan fuerte, ya no se borra, no puedes.
A veces te escapas de mis labios sin quererlo.
No debí permitir que tu nombre fuese mi único alfabeto,
ni que sólo tú ganaras todo mi desvelo.
Miro atrás y veo que sufro por un pasado que ya no está.
Que pierdo mis fuerzas. Que pierdo mi tiempo. Y no quiero llorar más.
Que lo que debo hacer es poner un velo a lo nuestro,
y marchar de este tormento, sin pensar si fue lo mejor o fue lo peor.
Porque a fin de cuentas, por más que piense todo va a seguir igual.
No puedo volver atrás y hacer que tu estés.
Pienso que al asumirlo consigo seguir mi camino.
De estos llantos yo ya me retiro.
Me aleccioné a saber que al vacío que te dilapida
sólo hay que aprender a llenarlo de mentiras.
Inyectarte una creencia de que lo que fue tuvo que ser,
y así poco a poco vas dejando el vicio de hacerte doler.
Si vuelves a mis pensamientos, tendré que recordarme
que sólo eres la triste memoria de un ayer.


Mi auto-culpa

A veces miro atrás sin deber hacerlo.
Porque sé que echaré a llorar a tu recuerdo.
Intento dar sentido a aquella explosión repentina,
pero fue nuestro amor quién perdió el carisma.
En muchas ocasiones no supe dar las mejores respuestas.
Y así de mis impulsos fui yo la marioneta.
Pero para qué engañarme
y hacerme creer que sólo yo fui la culpable.
A veces también, sentía yo necesitarte,
y no obtuve de ti las más acertadas réplicas.
Mis entrañas pinceladas de roturas
intentan con empeño olvidar la aguja que clavó en el lienzo.
Sé ahora, que lo que no es para ti, no regresa.
Y no haría bien viviendo de los harapos de mis penas.
Tengo la clave entre el presente, el futuro y el pasado,
y sólo si pongo de mi parte, dejo de ser un capítulo subyugado,
de todos esos deseos desmenuzados.
Voy entendiendo que me hace lastre la auto-culpa,
pero las causas fueron tanto mías como tuyas.
De nada vale ya seguir mirando el camino pisado.
Pues mi corazón empieza a ser de férreo blindado... O eso quiere.
Mi dignidad vale más que todos los errores que procuramos.
Y yo no pienso tener a mi orgullo cabizbajo.
Esta dolencia a la que me acostumbré, ya la voy superando.
Dicen que lo que sucede conviene.
Puede ser que lo que hayamos aprendido,
sea la renta de nuestros bienes.
Aunque se nos abra el zurcido
cuando tu a mí y yo a ti, te recuerde.

Tú misma

Todos somos incompletos sin esa pieza que complemente nuestro ser.
Es una necesidad, que se evoca en la carencia,
y suministra vida, como agua a nuestra sed.
No es tarea fácil encontrar a esa persona cómplice.
Y no sé si es más sufrido creer que para nosotros no existe,
o tenerla y temer que nos olvide.
En el amor no existe manual para expresar,
y lo que para algunos es indebido, lo toman como algo inmoral.
Y puede que sea libídine lo que para mí es mi mundo,
pero es dónde y cómo yo se amar.
Que te importe lo que tu sientes,
no lo que digan aquéllos comentarios dañinos que actúan como jueces.
Sólo es árbitro de nuestras vidas el tamaño de nuestra sonrisa.
¿Qué importa todo, cuando existe el amor?,
si vivimos intentando que todo funcione organizado, y equilibrado,
y no nos damos cuenta de que malgastamos cada segundo
queriendo que todo sea ideal,
cuando lo perfecto es diferente en cada forma de pensar.
Puede que claven rechazo en tu ser, con miradas hirientes,
pero puede que tarde o temprano, todo el daño que te producen,
de alguna forma inesperada, se devuelva.
Pues la vida siempre trama una manera.
Porque así a veces  no puedo yo evitar sentirme imperfecta o insuficiente.
Que el mundo se me escapa, y entre lágrimas, me auto-juzgo
de ser la misma idiota de siempre.
Me vengo abajo y me derrumbo.
Pero en los momentos de fracaso es cuando te das realmente cuenta
de quién te quiere de corazón, sin mirar tus complejos, tus manías, ni tu error.
Lucharé por no hacer de mi sueño, un sentimiento difunto.
Aprendes entre cada carcajada inhumana,
que la razón no se encuentra en donde hay una mayoría de pensamientos en común,
si no en la reflexión de que lo que hace feliz, vale la pena,
y que lo que merece la pena, lo eliges tu.



He aprendido que...

He aprendido que amor, no es sólo dar ni sólo recibir.
Es una necesidad de reciprocidad.
No es orgullo, es seguir ahí, dando tanto con defectos o sin ellos,
pasando por encima de lo opuesto.
No es tolerar límites ni derechos.
Es libertad junto a ti. Junto a lo nuestro.
No es cohibición ni prohibición por respeto.
Es respeto por un amor que no entiende de secretos.
Es sorprenderte a ti mismo por lo que eres;
por lo que llegas a ser.
Es llevar a esa persona, como un pensamiento.
Es odiar y querer, y entender que por más tropiezos
que hayan entre los dos,
amar es una vida y el odio un momento.

El último adiós.

La noche me habla sobre aquéllas sonrisas de victoria,
y aquéllas lágrimas de grueso dolor con las que creí que moría.
Sinsabor de una misma sinfonía.
Inmersos mis ojos en  un calor ardiente a punto de desbordar
un mar que ya no puede ocultarse tras la máscara.
Mi piel se pinceló de la rudeza de las cáscaras.
Los recuerdos que menos se olvidan son aquéllos que hiciste con delicadeza,
tramando que fueran los más especiales para quien lo hacías.
Y sin remedio, unas tristes cuencas a la luz de la noche, se vacían.
No enloquecí, sólo dejé de ser yo.
Y si no me entienden,
qué sabrán de lo que mi corazón sufrió...
No soy ni las virutas de amor quemado que un día fui.
Soy aquélla inflamable cortina de humo anunciada para no exhalar.
Mi tic tac grita amordazado
el auxilio con el que un día se sintió salvado.
Que no te di todo lo que tu quisiste, fue lo único que dejaste de encontrar,
pero de lo que recibiste, fue mucho más de lo que tú me ofreciste dar.
Me he cansado de buscarte, de fingir que me quieres aún,
de enloquecer por esperarte, pero no te das cuenta tú.
Que dé otra su vida por ti,
porque ya no escucho música donde creía que latías por mi.
No sé si volveré a ser lo que era,
sólo sé que dejé mi corazón allá donde te perdiera.
Creo que mi actitud es un mero escudero
que defiende mi pecho, para que no vuelva a romper de dolor.
Pero, ¿sabes?,  me echo de menos a mi misma por lo que fui contigo.
Pero ya no eres mi ombligo.
Sigo siendo la diferencia que te gusta.
Que lo nuestro acabase no quiere decir que me catalogues ahora
como un defecto o una culpa.
Sabes que no hay caricias como las mías, que las vas a extrañar.
Que un día fueron sólo tuyas y las dejaste escapar.
El veneno que emerge de la copa de tus labios,
no es  más que mi propio engaño,
por querer creer que nadie más sería razón de la que avivo.
No quiero ser víctima de una mentira que me provoco a mi misma.
Tu y yo ya no formamos parte de una misma vida.
Miéntete y di por tu cabeza una y otra vez que nunca te quise,
pero siempre sabrás que es tan falso como el velo que me viste.
Te clavé en el negro de mis ojos y sólo te veía a ti.
De quieta sonrisa mi boca, donde deshacías a tu antojo.
Te di mi vida a tus manos, y morí.
Borraste mi nombre y la fecha en la que entonces
no querías que me fuera.
Y al final fuiste tu quien me dejó desconcertada y desierta.
Me quedé en cada tilde de tus letras, como si no existiera.
A veces tú tan egoísta...
Que no te duela que haga mi vida sin tenerte en cuenta.
Haces de mi pensamiento un laberinto,
donde siempre vuelvo a un porqué.
Me intoxico de un bucle de remembranzas
en que apareces para hacerme doler.
Provocas que muera con sólo unas palabras.
Que mi mundo se pare y ya no haya risas.
Que mi gesto marchite y ya no exista.
Pero de esta secuela,
aprendo que el truco está
en que no te importe que te duela.
Al final de todo, las únicas ganas que tenía eran
de dejar de llorar todas las noches por ti,
a cambio de una caricia de alguien,
que sí me demostrara su amor.
Pues no sirve de nada construir un cielo alrededor de nadie,
porque cuando no haces algo bien,
sólo van a contar con lo que estuvo mal.
Siempre elegí complicarme la vida contigo.
Ser quien sostuviera tus defectos
y cuidara de ti, por encima de mi.
Tu elegiste descuidarme...
Sé que este es el último adiós, corazón.
Lágrimas que advierten enterrar vivencias que compartimos
para dejar de tenerte presente.
Me cansé del dolor que produce quererte.
Aún más de sentirme ausente, por este lastre
que causaste al romperme el pecho, como añicos los cristales.
Abriste mi corazón tirando el embalaje,
ahora quedó crudo, sin armas y sin traje.
Cargando de la herida donde disparaste.
Tu imaginación llegó a un extremo disparate.
Donde asociaste a la falta de costumbre
como síntoma de amante.
Entre todos los errores, que tú me demostraras con hechos las palabras,
era lo relevante.
Porque más que "te quieros", necesitaba mucho más, que me desmesuraras el alma...abrazándome.
Y por supuesto, amores ciegos donde debieras confiarme.
Caigo desde el precipicio por las balas,
donde perdí la cabeza por un tiro de tus armas.
Pero no me rindo, creo en mí, sé que soy capaz.
De rendir al orgullo de tenerte,
porque en ti, como pensaba,  no habita toda mi suerte.
A veces las cosas tienen que acabar de una manera fea,
para que con el tiempo te alegres,
dándote cuenta de que haber seguido por aquél camino,
era una mala idea.





Prisionera

Las cosas importantes
requieren de esfuerzos grandes.
Yo siempre rebusqué
de entre mis escasas habilidades.
Gracias a las decepciones me enseñé
a ser menos entregada
y más dura.
El amor es la más 
consumible asignatura.
Me muerdo los labios 
para no estar triste.
Para que no salga esa lágrima
que me consume y me desviste.
No supero esto.
En vez de sacarte de mi mente,
poco a poco,
sufrago entre nuestros momentos.
Y aquí nace mi enemigo llamada Reto.
Después de ti 
no me encontré sentimientos.
Soy ese frío hielo
vestido de sonrisa,
llena de fingimientos.
Acostumbrar a alguien a algo
es lo peor que se puede hacer.
Cuando carece la costumbre
te tachan de no querer.
Creo que en tu vocabulario
no está la palabra Perdón,
y ése es tu problema.
Todo sería más fácil 
si no hiciéramos de malentendidos
una guerra.
Yo no me retiro, sigo aquí,
aunque parezca que me fui.
Aunque la espera vaya a ser un sin fin.
No te preocupes,
lo que era contigo no lo seré con nadie.
Ocupé tu cobijo y fui niña
tan sólo con respirarte.
A veces hay que domar 
una determinación impulsiva,
porque de ésta te puedes arrepentir
eternamente.
Una vez hecho el daño,
no hay retroceso ni perdón.
El orgullo consume el corazón
de las personas.
Juzgar el error
de los demás y no el propio,
hará que tu fragilidad
se vea sola.
Que nunca necesites saber que
va a ir bien para hacer algo.
Siempre será mejor
haberlo intentado.
Recibí un mal golpe
que me enseñó que pude
haberme apartado a tiempo.
Ahora soy yo la imprevisible.
Pero en ningún momento
dejo de hacer lo que siento.
Contigo fui mejor.
Y si pudiera regresar al pasado,
no sería lo que soy ahora...
una página rajada.
Ni tampoco dejaría 
que mi corazón
colgara tu error.
Evitaría el siniestro
que esculpiste a fuego lento.
Quiero reescribir 
un "ya no somos nada"
y que nuestras entretelas
sepan superar enfrentamientos.
Fuiste tu quien me apartó de tu lado.
No pretendas que quiera seguirte amando.
Pero que no quiera seguirte amando,
no quiere decir que no te ame.
Quiere decir que se cometieron fallos,
cortando con nuestra unión
de un modo lamentable.
Y créeme, que pasará mi vida
y para bien o para mal
tu seguirás corriendo por mi sangre.